Van Gogh pintó este cuadro en 1890, además de un gran número de paisajes en las semanas antes de su muerte, siempre al aire libre.
Esta magnífica obra le hacía sentir especialmente libre, al mismo tiempo demuestra sus sensaciones de melancolía y soledad, aquellas que pronto lo llevarían al suicidio.
Actualmente se encuentra expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.