Es sin duda el cuadro más complejo y más repleto de simbología pintado por El Greco. Este óleo manierista data del año 1587, y fue un encargo para representar un milagro que en aquel momento existía en la memoria popular toledana: la bajada del cielo de San Agustín y San Esteban, para enterrar el cuerpo del señor Orgaz.
La pintura se presenta como una alegoría teológica y descriptiva del cielo (mitad superior) y la tierra (mitad inferior).
Se pinto para la parroquia de Santo Tomé (Toledo), y es en esta misma iglesia donde se conserva actualmente.