Representa a un hombre y una mujer besándose y abrazándose.
El artista usa la técnica de la pincelada libre y con textura para transmitir una sensación de movimiento no sólo en las figuras sino que en todo el espacio pictórico. También se observa que los amantes se encuentran en una habitación con las cortinas cerradas, dejando entrar un poco de luz de la calle a través de la esquina destapada de la ventana.
Los colores utilizados son principalmente fríos: azules, verdes, negros y rojos oscuros.
Las figuras del hombre y la mujer no tienen rasgos faciales. Las caras se juntan en el beso y los dos individuos se hacen uno en la intimidad. Sus almas se unen en ese acto apasionado. En representaciones futuras Munch no solo juntará las caras sino que las figuras evolucionarán hasta tener los cuerpos enteros unidos.
En cuanto a su contexto histórico «El beso» refleja bastante bien la época en la que Munch lo pintó. El artista, que estuvo viviendo en Francia durante ese tiempo, se vió envuelto en el caos de «La paz armada»(1871-1914) que creó una situación de tensión, la que más tarde desembocaría en la Primera guerra mundial. Este ambiente previo a la guerra hizo surgir entre los artistas una preocupación existencial, concentrada especialmente en temas de vida y muerte. Hacia finales del siglo XIX, Munch comienza a explorar una experiencia esencial de la vida humana: el amor