Esta pintura fue la penúltima realizada por el artista, fue hecha por encargo de Pieter van de Velde en la propia ciudad de Le Havre. Según el propio pintor reconoce, se vio forzado a pintar este paisaje porque su situación económica no era muy boyante.
En su etapa artística final, Pissarro había comenzado a experimentar las técnicas puntillistas que sus colegas (como Seurat) venían aplicando. El resultado es una obra de carácter fotográfico donde las manchas del impresionismo se unen a los puntos para conformar las figuras.