En las composiciones del artista es muy común encontrar un elemento horizontal divisorio, que separa bruscamente al observador, frente al mundo presente dentro de la pintura. En este caso emplea una vía de tren para el propósito.
Con ello consigue, según los entendidos, que la obra sea impenetrable, establece una línea separadora haciendo que la soledad y la melancolía se potencian aún más.
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La estructura de la casa está delineada con un mínimo de pintura negra, esto se aprecia en las columnas y ventanas sombreadas de la derecha.
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La casa en sí, está pintada desde la oscuridad hacia la luz, Hopper proyectó con líneas diagonales la estructura y creó un contraste de luz notable.
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El lado izquierdo de la casa, golpeado por la luz solar, está pintado con colores claros y opacos. Encima de esta base Hopper definió las formas con líneas azules.
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La vía del tren también está ejecutada desde la oscuridad a la luz, los colores vivos: anaranjados y ocres, usados para los durmientes y el riel oxidado, fueron pintados con pinceladas cortas y en direcciones aleatorias.
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Aunque el cielo pálido aparece como fondo de la obra, parece ser que una vez pintada la casa, Hopper repasó los bordes de la misma, lo que se cree fueron los últimos retoques del cuadro.