En obra se plasma la devoción religiosa del propio artista. Murillo era católico y pertenecía a la Cofradía del Rosario, quienes practicaban con especial fervor la oración del santo rosario. Por ello se puede ver al niño sosteniendo uno en su mano derecha. La pose de ambos es extremadamente dulce y suave, lo que, unido a la belleza de las caras y la serenidad alegre de las expresiones, resulta una obra sublime, como pocas se han conocido.
La composición muestra características del Tenebrismo, por sus fuertes contrastes de luz, estilo muy utilizado sobre todo en la primera etapa artística del pintor.