Esta es una de las obras más representativas del surrealismo español, fue pintada en 1946, al óleo sobre tela, con medidas 90 x 120 cm.
San Antonio Abad del siglo III, uno de los primeros ermitaños cristianos, es representado en el desierto combatiendo contra las tentaciones de fama, sexo, riquezas y poder. Cada una de ellas montada sobre los lomos de un animal. El Santo interpone la Cruz entre su persona y las tentaciones, como única esperanza de que no lo embarguen.