También se conoce como «Los relojes blandos». Pintado en 1931. Se trata del cuadro más representativo del artista.
Muestra un desierto con 4 relojes, de los cuales 3, están despachurrados por el efecto del tiempo y el calor, según parece.
El cuarto reloj, del que se ve sólo el dorso, no está deformado pero sí atacado por las hormigas. La simbología de la obra parece compleja, aunque en realidad no lo es tanto. Explica Dalí que se inspiró en el queso derretido, y prácticamente fue una casualidad el que fueran relojes, los protagonistas de la obra.