El hecho de representar aquí un paisaje urbano se utiliza como medio para representar el lenguaje plástico al observador.
Ciertamente es importante el objeto utilizado, Madrid, el encanto de la Gran Vía, Cibeles, etc… Pero lo más importante es el equilibrio que se busca a través de este objeto, para llegar a una composición donde «hecho» y «desecho», curvas y rectas, fríos y cálidos; se complementan unos a otros, otorgando a la obra una riqueza más profunda que la mera representación de una calle.
El espectador al observar la obra, descubrirá una búsqueda en la que no todo está resuelto de una misma forma. Los edificios, rígidos, fríos de equilibran con árboles cálidos, saturados, en un intento por contrastar dos lenguajes diferentes. Uno de ellos mucho más abstracto. Y provocar que el receptor no tenga toda la información de primeras, sino que se sumerja en la pintura y la vaya descubriendo poco a poco.