Kizette, la hija de Tamara fue modelo e inspiración en varias ocasiones. Los expertos concuerdan en que en sus retratos, es donde la artista muestra una mayor carga emotiva y hasta tierna. Lejos del lenguaje corporal displicente que suelen mostrar sus personajes.
En este retrato vertical aparece la niña a muy corta edad, de cuerpo entero y sentada junto a un balcón. En la mano derecha parece estar sosteniendo algo que no está ahí. Una iluminación cálida inunda el gesto, las telas y el fondo de la ciudad, la cual agitada, contrasta con la placidez y la inocencia de la pequeña.