Enano que trabajó como bufón en la corte del príncipe Baltasar Carlos, también padecía problemas mentales, diagnosticados en aquel tiempo como oligofrenia.
Sentado en un entorno campestre con costa, yace el niño de Vallecas, con un aire de despreocupación, casi desafiante, entre las manos afirma lo que parece ser un mazo de naipes, figura de su modo de vida. La expresión y los puntos de interés (cara y manos) están iluminados con maestría sublime.
Las discapacidades que Velázquez era asiduo a pintar, plantean una polémica moral hasta nuestros días, mucho se ha discutido sobre si el artista busca humanizar y dar dignidad, o por el contrario este tipo de retrato tiene un desprecio implícito por las personas disminuidas.
Otro retrato de bufón es el de don Sebastián de Morra.