Esta obra también es conocida como: «Los borrachos».
Baco, el dios griego del vino también conocido como Dionisio, es el protagonista de esta tela, encargada por el rey Felipe IV de España. La ocurrencia de realizar un trabajo de temática mitológica surge por la admiración que suscitaron en el artista, las obras del Caravaggio, entre otras pinturas italianas. El lienzo fue pintado en Madrid y quiere presentar una fusión entre las «deidades» griegas (los tres personajes de la izquierda) y lo mundano (los 5 de la derecha).
La importancia de esta obra es que marca un antes y un después en la carrera del pintor, ya que fue la primera incursión seria de Velázquez en el género mitológico, ya nunca más se despegaría de la temática, hasta sus últimos días.
La pericia para realizar el retrato múltiple, la rescató de sus años en Sevilla como retratista experto y pintor de género religioso, donde llegó a componer obras de alta complejidad.
El tratamiento de la luz sobre el protagonista y sus acompañantes, hace que destaque el personaje principal, y dota de magníficos contrastes de luz y sombra a los demás. El naturalismo se combina con el realismo y el concepto mitológico. Esta mezcla otorga a la obra un carácter sumamente original para la época.