Esta obra muestra la muerte del apóstol Andrés, considerado uno de los padres de la iglesia católica y de la ortodoxa. El martirio transcurrió en la ciudad griega de Patras, donde fue encargada su crucifixión (en forma de equis), por orden del delegado consular romano Aegeates, quien no sólo fue testigo de la predicación de San Andrés y de los conversos al cristianismo que de esta se derivaba, sino que su propia esposa se declaró cristiana, hecho que no quiso tolerar. Lo mandó a apresar, azotar y crucificar.
La obra fue realizada en la fase artística más avanzada de Murillo, de hecho fue terminada el mismo año de su muerte, época caracterizada porque las figuras se muestran muy difuminadas y son más coloridas, en esto se parecen a algunas técnicas desarrolladas en el renacimiento como el sfumato, y a otras que aun tardarían siglos en desarrollarse, como los difuminados del impresionismo.