Esta pintura retrata una escena industrial de principios del siglo XX. En el centro, una multitud de trabajadores se dirige hacia una imponente fábrica, cuyas chimeneas lanzan columnas de humo negro al cielo gris. Los edificios y estructuras industriales dominan el horizonte, creando una atmósfera sombría y opresiva.
El artista ha capturado con precisión el duro entorno laboral de la era industrial. Las figuras humanas, vestidas con ropa de trabajo oscura y abrigada, están pintadas con gran detalle, destacando la diversidad de personas que conforman la clase trabajadora: hombres, mujeres y niños. Los rostros cansados y las posturas encorvadas reflejan la agotadora rutina diaria.
Las pinceladas son meticulosas, especialmente en la representación del humo y la niebla, que envuelven la escena y acentúan la sensación de polución y sobrecarga ambiental. Los tonos oscuros y apagados, junto con la iluminación tenue, realzan la atmósfera melancólica y subrayan la dureza de la vida industrial.
El contraste entre la inmensidad de las estructuras industriales y la pequeña escala de los trabajadores enfatiza la alienación y la lucha humana frente a la maquinaria del progreso.