Esta obra de arte moderna refleja una interpretación contemporánea inspirada en el icónico estilo de Vincent van Gogh. Los trazos expresivos y dinámicos del pincel, característicos del postimpresionismo, se emplean aquí para dar vida a un paisaje costero vibrante. El cielo, lleno de remolinos de colores azules, amarillos y blancos, evoca un movimiento constante, casi tormentoso, que recuerda a las pinceladas fluidas y energéticas de obras como «La noche estrellada».
La playa en primer plano está delineada con tonos cálidos de amarillo, ocre y marrón, contrastando con el mar agitado, cuyas olas parecen golpear la costa con vigor. Los matices de verde y azul profundo del océano agregan una sensación de profundidad y poder, mientras que las olas están magistralmente capturadas mediante texturas gruesas y dinámicas, creando una sensación casi táctil. El uso de líneas curvas y espirales da la impresión de un entorno en constante movimiento, proporcionando una atmósfera tanto dramática como envolvente.
En conjunto, la obra logra transmitir una energía emocional intensa, combinando el dramatismo de la naturaleza con la técnica expresiva de Van Gogh, pero reinterpretada con una perspectiva moderna.