Esta es una de las obras donde Edvard Munch abiertamente combina los temas de la enfermedad y la muerte. Es fruto de una experiencia personal del artista: la muerte por tuberculosis de su hermana; hecho que lo marcó fuertemente, y contribuyó a las temáticas que desarrollaría a lo largo de toda su carrera.
Él mismo es el anciano que mira hacia la silla, al fondo del cuadro, aunque en ese momento tiene alrededor de catorce años. Allí se encuentra su hermana ya muerta o agonizando.
Sobre este cuadro el propio autor dijo:
«En la misma silla donde pinté a la enferma, yo y todos mis familiares maternos, se han sentado invierno tras invierno, deseando la llegada del sol, hasta que la muerte se los llevó. Y todos mis parientes paternos han caminado de izquierda a derecha con ansiedad…»